En el evento en el que se habló del surgimiento de los ritmos caribeños y dominicanos participaron el cantante e investigador, Fernando Casado, la musicóloga y directora del Teatro Nacional, Catana Pérez de Cuello y el productor de radio y musicólogo, Alexis Méndez.
Marivell Contreras, presidenta de Acroarte, explicó que “nuestra institución no solo debe servir para premiar lo que hacen año a año nuestros artistas, sino y sobre todo para servir de motivador de debate de las ideas y que estas nos permitan contribuir a enriquecer el patrimonio cultural dominicano, a través de la difusión y publicación del pensamiento sobre nuestra música y nuestras artes”.
Doña Catana Pérez de Cuello, habló sobre los orígenes del merengue y su trayectoria en el siglo XIX “se piensa en el origen del merengue, pero realmente hay que buscar por separado las proveniencias del vocablo de la música y de la danza”.
Explicó además de si se puede hablar de una música como identidad de un país y las razones por las que el merengue “nos identifica como dominicanos”.
Por su lado el especialista musical Alexis Méndez, centró sus palabras sobre las sociedades caribeñas como generadoras de estilos musicales contemporáneos y puso dos ejemplos dominicanos.
“Un ejemplo de lo mencionado que nos ocupa en este encuentro. Quiero dirigir mi lupa hacia al Caribe en la música, donde un proceso de transculturación nos ha hecho dueños de una amplia gama de expresiones musicales, la cual reposa bajo la sombrilla de la Identidad Caribeña, en la que los toques, melodías y cantos tienen células comunes.”
“De esas similitudes se han originado, a lo largo del tiempo, la problemática del origen de los diferentes géneros musicales que es el pan nuestro de cada día, el en campo de la investigación de la música”, puntualizó.
Al hablar de los orígenes de la música dominicana y su importancia, Fernando Casado explicó varias teorías basadas en su amplia investigación sobre la misma.
“En términos locales, el humo de la vida nos recrea una bachata agresiva, irrespetuosa a veces, música romántica callejera, que traduce el lenguaje mal vestido y las pasiones atrevidas de nuestras capas sociales mas desnutridas, pero no por ello de menos riqueza cultural ni histórica, y por otro espacio y con pasos y notas robadas al cielo, la música fértil y esplendorosa de Juan Luís Guerra”, narró.
“Dos expresiones de la lírica romántica que sintetizan y caracterizan la gran creatividad notoria del primer pueblo donde creció un Nuevo Mundo, donde el criollo transformó la historia en el rostro de una nueva sociedad y el canto creció con el lenguaje de sus calles” sostuvo.
Una de las intenciones de la Asociación de Cronistas de Arte no es solamente reconocer a los artistas dominicanos por su trascendencia de toda una vida o por un año de trabajo.
Es también, y lo hemos demostrado durante los últimos años, servir de vehículo para que el patrimonio cultural y musical de la República Dominicana sea reconocido, revalorado y sostenido dentro de la actual nomenclatura del arte en sentido general, sus cambios y las constantes injerencias de sonidos y movimientos exógenos a nuestra cultura, que encuentran en el desarrollo de los medios tecnológicos y digitales –amén de las grandes empresas del entretenimiento del mundo-, mayor facilidad para imponerse como moda y a veces quedarse como única opción, negándole la oportunidad a los artistas por montón, y muchas veces del montón, pero con talento y garras, para que puedan hacer una carrera artística digna y que su primer público, el de casa, el dominicano, le sirva de sostén con sus aplausos, respeto y reconocimiento.
Por eso estamos aquí esta tarde/noche. Para hablar de la música caribeña, afrocaribeña y dominicana. Para hablar de sus orígenes y bondades, y para hablar de las constantes influencias que ejercen unas sobre las otras, igualmente unos países sobre los otros. El tesoro sonoro caribeño es único y tiene sus características también únicas en cada caso.
Hemos hablado mucho con Alexis Méndez y el magistrado Fernando Casado, de que el nuestro, de un valor incalculable, ha tenido el handicap de que no ha sido investigado, estudiado, publicado y difundido con tanta profusión como otros casos en el Caribe, dos ejemplos son Puerto Rico y Cuba.
Esto gracias a Dios ha ido cambiando. Y con las iniciativas de instituciones como la Secretaría de Cultura, Codetel, el Grupo León Jiménez o personales como las biografías de Joseíto Mateo, Johnny Ventura, Rafael Solano, el Fichero Artístico Dominicano de Jesús Torres Tejeda, El Merengue Música y baile de Santo Domingo de doña Catana y Solano, el bolero, visión y perfiles de una pasión dominicana, la pasión Danzaria de Dario Tejada, los estudios de la bachata y el merengue de Carlos Batista Matos y Euri Cabral, Rafael Chaljub Mejía, Arístides Incháustegui Cabral, don Marcio Veloz Maggiolo, Luis Brito y otros tantos, las cosas irán cambiando.
Sin embargo es necesario el grito constante que hace nuestra música para que se cuente su historia, cada vez con investigaciones más serias y detalladas. Minuciosamente, como si de un trabajo de orfebrería se tratara. Por eso, estamos aquí.
Agradecemos especialmente a don Fernando Casado, ideólogo de este encuentro, a doña Catana Pérez por aceptar compartir sus conocimientos con ustedes y nosotros, y a nuestro hermano Alexis Méndez, que por años ha sido víctima de mi reclamo de atención a la música dominicana, bajo el alegato de que todos las demás tienen defensores de más.
Gracias al Teatro Nacional por la sala y a la Cervecería Nacional Dominicana por su apoyo. A ustedes también, sin cuyos oídos, todo lo que aquí se dijera quedaría en el olvido.
Marivell Contreras
8 de julio del 2009